Nuestra existencia es lo único y más valioso que tenemos. ¿La estamos orientando hacia el bienestar socioemocional que merecemos?
Método Yeyos. Porque es mejor ser mejor …
La calidad de vida y la salud mental son el reflejo de un equilibrio dinámico entre la biología, la psique, la sociedad y la dimensión espiritual del ser humano. Desde la neuropsicología, sabemos que el bienestar emocional está profundamente ligado a la química cerebral, la regulación del estrés y la plasticidad neuronal, factores que se ven influenciados por la alimentación y estilos de vida.
La sociología aporta una visión esencial: el entorno social, la calidad de nuestras relaciones y el acceso a oportunidades determinantes en gran medida de nuestra salud mental. En un mundo cada vez más acelerado y digitalizado, la desconexión humana y el individualismo han generado nuevas formas de angustia y vacío existencial. Es aquí donde la espiritualidad, independientemente de los credos religiosos, emerge como un pilar fundamental.
Un enfoque integral de la calidad de vida y la salud mental no puede ignorar ninguna de estas dimensiones. Cuidar nuestro cerebro y mente, gestionar nuestras emociones, fortalecer nuestras relaciones y nutrir nuestra dimensión espiritual nos permite alcanzar un bienestar genuino, donde la paz interior y la plenitud no dependen de factores externos.
Sin embargo, este camino hacia el bienestar requiere de un esfuerzo consciente y sostenido. La práctica de la meditación y la atención plena han demostrado efectos positivos en la regulación emocional y la disminución del estrés, al igual que el desarrollo de hábitos saludables como la actividad física y una alimentación equilibrada. A nivel psicológico, la gestión de pensamientos y emociones mediante estrategias como la terapia cognitivo-conductual o la psicología positiva contribuyente a fortalecer nuestro “yo interior”.
En el plano social, la construcción de redes de apoyo, la empatía y la solidaridad son fundamentales. Vivimos en una sociedad que tiende a valorar la productividad sobre el bienestar, lo que nos lleva a desconectarnos de nuestras necesidades emocionales y espirituales. Por ello, es vital replantear nuestras prioridades y comprender que la felicidad no radica en la acumulación de bienes materiales, sino en la calidad y calidez de nuestras relaciones, en el sentido que damos a nuestra existencia, al tiempo y a nuestra vida.
Yesid Hernández. Psicólogo.